DONDE SOY AJENA AL RUIDO, AJENA A MI MENTE.

domingo, 12 de enero de 2014

Que me den a elegir, que me quedo contigo.

El recuerdo de aquella noche aún permanecía en mi cabeza y después de tanto tiempo pensando en como sería aquel momento, sucedió, nuestros ojos volvieron a encontrarse, nos miramos un instante y después apartamos la mirada y comenzamos a actuar como dos extraños. Y no sé porque pero me temblaban las manos, un cosquilleo inundaba mi cuerpo desde mis torpes pies hasta mis labios carnosos y cálidos y en mis ojos se apreciaba un brillo diferente. Mi estómago, al igual que en esas preciosas historias de amor, era un nido de mariposas que iban creando un bucle de sensaciones en mi interior, en cambio, mi cabeza era un laberinto de ideas, de sentimientos, de emociones, de nuevas experiencias. Él me miraba, y al darse cuenta de que yo le observaba también, bajaba la cabeza, pero a acto seguido volvía a observarme pausadamente, con esos ojos suyos, esos ojos que lo dicen todo. 
Ambos sabíamos desde el principio lo que queríamos pero tanto él como yo estuvimos toda la noche esperando a que uno de los dos dijera lo que ambos queríamos oír. Fuimos dos  imbéciles al esperar que el otro hiciese algo, porque si lo piensas las cosas no suceden si alguien no da el primer paso y en nuestro caso ninguno se atrevió a hacerlo.
Ahora se que si pudiese volver a aquel día no cometería el mismo error, no me iría sin decirte lo que siento, porque si en este momento tuviera que pedir algo, estoy segura de que me quedaría contigo.